lunes, 23 de diciembre de 2013

Las coliflores de Antonio José


"Quien quiere coliflor se queda también con los trozos de alrededor".


          De la hectárea y media de superficie de nuestro campo, empleamos solamente unos 500 metros para el huerto, el resto lo siembra Antonio José, agricultor con experiencia y tradición familiar, que de esta manera complementa los cultivos de su propia huerta situada en el mismo nucleo rural.
            Este año ha sacado dos cosechas de patatas: las del tiempo y las de otoños, y el resto lo ha plantado de coliflores.
          La manera de cultivarlas en la actualidad es diferente a como se hacía antaño. Recuerdo que mi padre a veces sembraba las coliflores junto a los boniatos. En el mes de mayo, preparaba la tierra para el riego por inundación. Para ello hacía eras con la azada, y dentro de ellas 4 ó 5 lomos de unos 3 metros de longitud. En cada lomo sembraba una hilera o dos de boniatos y en las esquinas y los laterales de las eras plantaba las coliflores. En septiembre se sacaban los boniatos y en la tierra quedaban las coliflores que se recolectaban en la primavera siguiente, con lo que pasaban cerca de un año en la tierra.
          Ahora afortunadamente, Antonio José emplea su tractor para arar la tierra y hacer los lomos, y para el riego se utilizan aspersores.
          Transcurren unos cinco meses desde que las siembra hasta  que las recolecta y para que el cultivo sea rentable es necesario sembrar una cantidad considerable.
          Aquí le vemos en las tareas de recolección. Con esta imagen regresan los recuerdos infantiles, cuando mi padre las preparaba para llevarlas al palenque de Barbate. Apartaba las hojas superfluas que se aprovechaban para alimentar a los animales.

          Los niños jugábamos en el montón de hojas y comíamos los tronchos, que él pelaba a petición nuestra.
          Para nosotros, comer los tronchos era algo divertido, era como una golosina para nuestro paladar infantil.

              Una vez limpias colocaba las coliflores en cajas de madera, que llamábamos conos.

          Para el transporte preparaba la carga en el carro. De madrugada, enganchaba el mulo y salía para el pueblo, donde debería estar antes de que se iniciara la subasta.
 
           Ahora, Antonio José las prepara en cajas de plástico o cartón, y las transporta hasta la cooperativa en su pequeña furgoneta.

          He tenido ocasión de probar algunas que Antonio José me regaló. Se las llevé a Pepi y ella ha elaborado varios platos de entre los que quiero resaltar uno:

COLIFLORES REFRITAS CON HUEVOS.


INGREDIENTES:

          1 Coliflor.
          1 Cabeza de ajo.
          1 Hoja de laurel.
          2 Huevos.
          Aceite de oliva virgen.
          Sal.

      PREPARACIÓN:



          Se prepara la coliflor dejándola en "arbolitos" pequeños.  


           A continuación se separan los dientes de ajo y se echan en la sartén sin quitarle la pelusa.


          Cuando los ajos estén fritos se sacan y se pone en el aceite una hoja de laurel que al poco tiempo también se retira.

          Se añaden los arbolitos, previamente lavados, para lo cual debemos tener cuidado de apartar la sartén para que el aceite no esté muy caliente y evitar que salpique con el agua que desprenden las coliflores.

          Se mueve con la espumadera y se tapa dejándolas a fuego lento para que se cuezan en su propio jugo.

          Por último se le incorporan los  ajos que habíamos retirado, se le añade la sal y se mueve para que quede mezclado con las coliflores, se añaden los huevos y se vuelve a tapar hasta que queden cuajados y se pueda mojar el pan en la yema.

 
          Y listos para servir.

 

domingo, 1 de diciembre de 2013

Salta ojos

"De la buena hierba me libre Dios, que de la mala me libro yo".

          Otra de las hierbas de nuestro campo, que me produce quebraderos de cabeza por su persistencia, es la "Ecballium elaterium", que dicho así solo un experto sabe reconocerla.
          Cuando nace, es una pequeña planta con dos hojas, pero crece con rapidez.
           Y como lo normal es que aparezcan varias juntas,  rápidamente han cubierto una buena porción de terreno.
          Cuando adquiere el tamaño de adulta, está formada por tallos rastreros con hojas ásperas, y aparecen las flores de color amarillo y en forma de campana.
           Seguramente ya la habréis reconocido. Nosotros le damos el nombre de: Pepinillo del diablo.
          Aunque de niños, la llamábamos salta ojos, y tiene su explicación.
           Cuando el fruto está maduro, lo que se reconoce fácilmente por el color blanquecino que adopta, se va hinchando y adquiriendo una gran presión en su interior, de manera que con un leve roce, el fruto se desprende del pedúnculo que lo une a la planta produciendo una explosión que dispara las semillas hasta varios metros de distancia.
          En nuestros juegos infantiles, aprovechábamos la cercanía a esta planta de algún amigo, para de manera sigilosa, hacer estallar el fruto maduro y que las semillas disparadas alcanzara al despistado de turno, provocando las risas de los demás del grupo.

          En el siguiente vídeo se pueden apreciar detalles curiosos de esta planta.
 
          Una vez que la planta se ha hecho adulta es difícil erradicar porque si la arrancamos, y no eliminamos todas las raíces, las que quedan en la tierra vuelven a brotar. Tal vez sea una buena candidata a ser empleada como pie para los injertos de melones y sandías, si fuera factible.