viernes, 26 de julio de 2013

Abrojos

"El que por malos caminos anda, malos abrojos halla"

"En tierra de abrojos, abre los ojos"

          Existen varios tipos de abrojos. El nombre científico del que os quiero hablar es: Tribulus terrestris


          Esta planta hace relativamente poco tiempo que apareció en nuestro campo, por lo menos yo no la recuerdo de mi infancia.
           Crece en verano. Los tallos son rastreros y salen de la raíz en forma radial, llegando a alcanzar un metro de longitud.

           Las flores están formadas por cinco pétalos de color amarillo.
          El fruto es una cápsula con cuatro o cinco semillas, cada una con dos agujas largas y dos más cortas.
          Cuando las semillas están maduras se separan de la cápsula. Si las pisamos con suelas de goma nos las podemos llevar clavadas y de esta manera esparcirlas por otros lugares. Seguramente fue así como llegaron los primeros abrojos a nuestro campo.
           Lo más desagradable de esta planta es que produce pinchazos en las ruedas de las bicicletas y del carrillo de manos que utilizamos en las faenas del campo.

          He encontrado que esta planta tiene aplicaciones medicinales tales como: Tratamiento de cálculos renales gracias a sus propiedades diuréticas, y debido a su contenido de protodioscina es aconsejada para mejorar la función eréctil, pues relaja los cuerpos cavernosos del pene. El uso en dosis elevadas puede ocasionar contracciones uterinas, por lo que se considera abortiva.

          Desde siempre el hombre se ha basado en la observación de la naturaleza para fabricar utensilios. Seguramente esto es lo que ha ocurrido con los abrojos, que se han empleado como armas desde la antigüedad.
           Según Quinto Curcio Rufo, escritor e historiador romano, los abrojos de hierro fueron usados en el año 331 antes de Cristo, en la batalla de Gaugamela, en la que se enfrentaron el ejército persa de Darío III, y el ejército macedonio al mando de Alejandro Magno. Esta batalla marcó el final del imperio persa.
          El abrojo, como arma, está formado por cuatro púas metálicas afiladas, dispuestas en forma de tetraedro, de manera que al dejarla caer al suelo, una de las púas siempre apunta hacia arriba. Se esparcen por el suelo, para impedir el avance de caballos, camellos, elefantes de guerra o soldados a pie.
          Los abrojos fueron utilizados en la guerra de Vietnam, con las puntas untadas de veneno o excrementos para provocar la infección de las heridas.
           Modernamente se han utilizado, en huelgas y conflictos laborales, abrojos hechos artesanalmente contra las ruedas de los vehículos.
           Los disciplinantes, para flagelarse la espalda en Semana Santa, ponen a veces en el extremo de los azotes terminaciones metálicas en forma de abrojos, llamadas tribulos, para aumentar el daño de las heridas producidas.