martes, 20 de agosto de 2013

Canasta de caña

Quien hace un cesto hace ciento
si le dan mimbres y tiempo.

          Hemos pasado un día con la familia en el campo de mis suegros.  Mientras los niños y jóvenes se divertían en la piscina, Pepi y su madre preparaban el almuerzo, y yo me entretenía regando el césped y quitándole algunas ramas secas a los árboles, bajo la supervisión atenta de mi sobrina Lucía. En estos menesteres andaba ocupado, cuando fijé la vista en el cañaveral que sirve de linde con el vecino, y pensé que tal vez fuese una buena ocasión para recordar como se hace una canasta de caña, artesanía que aprendí de mi padre y mi tío, y ellos a su vez del abuelo, y que hace años que no practico.
          Corté 10 ó 12 cañas de mediano grosor, mientras Lucía me interrogaba interesándose por la aplicación que daría a las mismas.
           Conseguí calmar algo su curiosidad fabricando para ella un pito de caña, que rápidamente hizo sonar, y corrió a enseñárselo a su hermana Carmen y su prima Marta, las cuales acudieron raudas a demandar un pito para cada una.
          Acabada la fabricación de pitos, pude por fin dedicarme al trabajo canastero, cuando se percibían los olores desde la cocina de lo que sería nuestro almuerzo.

           En primer lugar debía pelar las cañas, cosa que hice valiéndome de un cuchillo jamonero, a falta de un hocino que era con lo que lo hacía mi padre.
          Una vez peladas, había que abrirlas dividiendo cada caña en cuatro tiras. 
          Para abrirlas necesitamos dos palitos pequeños, que colocaremos en la caña en forma de cruz, para lo cual practicaremos previamente dos cortes, insertando en cada uno un palito. A continuación vamos dando un golpe seco con el cuchillo, para ir rompiendo los nudos de la caña, hasta que quede al final dividida en cuatro.
           Una vez abiertas todas las cañas, debemos repasar cada tira con el cuchillo para retirar la parte que sobresale de los nudos, y para que queden más o menos, del mismo grosor y longitud.

              Ya que tenemos el material preparado. Empezamos la canasta haciendo el fondo.
          Para el fondo necesitamos 14 tiras de cañas iguales. Aguantándolas con los pies las vamos colocando en el suelo. Primero colocamos dos tiras, una para cada lado, y las pisamos. Encima de estas dos, colocamos cuatro, dos para un lado y dos para otro, formando una cruz con las dos primeras. Repetimos esta operación cruzando nuevamente dos y dos cañas y una última vez hasta que queden colocadas las 14 tiras. 
          Para empezar a tejer el fondo necesitaremos haber preparado previamente tiras más finas abriéndolas por la mitad con el cuchillo.
          Hacemos una especie de lazo como se ve en la segunda foto, lo enganchamos en la punta de la tira que colocamos en primer lugar, que ahora queda junto al pie izquierdo, y comenzamos a tejer. Tras una primera vuelta con un único ramal, insertamos otro de manera que al tejer pasamos un ramal por debajo y otro por encima de las cañas que habíamos cruzado. A la vez que tejemos vamos girando en el sentido de las agujas del reloj.
           Una vez finalizado el fondo, Carmen que no había entendido muy bien en que consistía mi trabajo, se le ocurrió emplearlo como un sombrero para pase de modelos.
           Retomada la faena cogí nuevamente el fondo, le di la vuelta, de manera que la parte brillante de la caña quedase hacia afuera, doblé los estambres y los até, quedando como una especie de jaula.
          Preparé catorce tiras finas, las fui tejiendo a partir del fondo, para ir dando forma a la pared de la canasta. Tras haber dado una primera vuela, le quité el amarre que puse a los estambres y continué hasta agotar las tiras.
           Se termina la pared, tejiendo nuevamente con otras 14 tiras, pero en esta ocasión más anchas. Una vez agotadas esta segunda serie de tiras, se comienza con las asas y el ribete, que es lo más complicado porque hay que doblar las cañas y si no se hace con destreza se pueden partir.
           He de reconocer que no me ha salido todo lo bien que me hubiera gustado, pero son las consecuencias de la falta práctica.
           Le he hecho la prueba de fuerza y la ha superado. Ha podido con una sandía y cinco melones.
             Sin lugar a dudas un exceso, porque debemos recordar aquel refrán que dice:

"No se deben poner todos los huevos en el mismo canasto".


          Y llegó por fin la hora de la comida. Yo había recogido unas berenjenas y a Pepi se le ocurrió que un plato para hoy podría ser tortilla de berenjenas.


 Tortilla de berenjenas, con jamón cocido y queso.



INGREDIENTES

  • 3 berenjenas.
  • 150 gr de jamón cocido.
  • 150 gr de queso para fundir.
  • 4 huevos.
  • ½ vaso de aceite.
ELABORACIÓN
          Pelar y cortar las berenjenas en láminas gruesas a lo largo. En la bandeja del horno poner el aceite y a continuación las laminas de berenjenas. Hornear durante 30 minutos, por arriba y abajo, a 180 grados.
           En una sartén honda, cubrir el fondo y los laterales con la mitad de las láminas de berenjenas, encima colocar una capa de jamón cocido, a continuación el queso, otra capa de jamón cocido y por último cubrir con el resto de las berenjenas.


          Batir los huevos y volcar sobre el preparado anterior. Se pone la sartén con tapadera, a fuego mínimo, para evitar que se pegue.
          Cuando se vea que el huevo está cuajado dar la vuelta, y dejar un poco más en el fuego.

          Y este es el resultado.